domingo, 25 de abril de 2010

Granada's Tales



Este domingo, después de un fin de semana de los que quedarán en la memoria, me fui al final de la tarde a la Placeta del 8 a ver atardecer mientras leía un libro de poética.
La Placeta del 8 se llama en realidad Placeta de Liñan, pero la conforman dos terracitas sinuosas que podrían recordar vagamente a un 8 muy surrealista. La cuestión es que desde allí se ve irse el sol y se divisa Granada y siempre suele haber gente disfrutando de la vista.
Yo me subí a un tejadillo y estuve un rato disfrutando con las locas ideas platónicas de que los poetas son poseídos por los dioses, que una fuerza divina los invade y que las musas hablan por su boca, como los espiritus hablan a traves de los oráculos.
El sol se fue y un hombre joven se sentó y comenzó a tocar suavemente la guitarra. Un muchacho del otro extremo de la plaza parecía conocerlo, se acercó y se sentó a su lado. A los pocos minutos cantaba por lo bajo algo asi como un blues aflamencao bastante bonito. La gente comenzó a acercarse a escuchar y durante un rato estuvieron cantando y tocando mientras la noche cambiaba el oro por la plata.
Yo seguía leyendo mi libro y escuchando. Terminado Platón y sus exorcismos poeticos, Aristóteles parecía mucho más aburrido.
En un determinado momento aparecieron 5 policías municipales. Los miramos, nos miraron. Parecían buscar algo. ¿No estareis bebiendo nada? preguntaron. Un Acuarius de limón, dijo el chico de la guitarra, y le mostró la lata. Pues nos han dicho que estais haciendo un macrobotellón, contestaron los policias. Pues ya ve usted. Pues bueno. Pues nada. Condiós y hasta otra.
Al rato de irse la policía oi una voz que provenía de la parte baja de la plaza. No veía quien era pero escuchaba la voz alterada de un vecino que increpaba a la gente. No lo oía bien, pero la calle es de todos, dijo una chica, tu puta madre, respondió el vecino. La conversación subió de tono, y pero se mantuvo más la educación por parte de los que estábamos en la plaza. Vivir para ver.
Luego uno de aquellos, el improvisado cantante, comenzó a escribir algo en el bordillo con una tiza. Yo me imaginaba algo como Puta Policía, o Maderos dejadnos en Paz, o algo así.
Terminé de leer, y por aportar mi grano de arena recogí un par de litronas que se habían quedado por la plaza y las llevé a la papelera.
Cuando vinieron los policias uno de los chicos les había preguntado si les habían llamado los vecinos. Mientras apilaba las litronas, se me ocurrió la malvada idea de que los habían llamado porque había gente leyendo.
Antes de bajar de vuelta a mi casa me acerqué a ver qué había dejado escrito el chaval en el bordillo. Decía:

"Siempre hay un motivo para sonreir"


Granada. Domingo 25 de Abril. 11 de la noche.


Esta vez no os dejo con ningun poema. La Poesía estaba en la calle.

2 comentarios:

Drizzle Eversmile dijo...

Veo que el tiempo libre empieza a surtir efecto en la productividad...

Este domingo me acordé de ti cuando me puse la camisa de Harley, los guantes de cuerazo y saque la burrita a pasear.

....te tengo que dar las medidas para tu curso de manualidades.

Alice dijo...

Genial anécdota :)
He estado en Fuengirola, huía de las cruces pero por desgracia hoy ya he tenido que volver, con el tiempo tan bueno que hacía...
A ver si no me dan muy mala noche los juerguistas, jeje...
Bueno, pues ya nos vemos. Un beso.