Quemar después de leer

Nunca os lo he mencionado, pero por encima del Comandante Cohen hay un general. Vive en la Rioja y no se prodiga mucho, lo justo para darme un varazo si cree que la pluma se me afloja.
El General Eduardo Aldaron, del que tengo la suerte de ser amigo hace muchos años, es el ejemplo de persona que me gusta: estricto, severo, comprometido y con la tolerancia que te hace ser una persona cabal sin traspasar la linea que te convierte en idiota. Un buen hombre, para aquellos a los que esas dos palabras nos traen ecos lejanos.

Hay aspectos en los que el general y yo no siempre estamos de acuerdo ¡faltaría más! El defiende con pasión sus ideas y yo las mías, pero eso nunca ha interferido en nuestro mutuo respeto.

Como nos conocemos de largo, ha habido momentos compartidos de esos que se atesoran, pero a lo que ustedes les concierne, que es lo literario, recuerdo dos ocasiones en las que Eduardo, sin ser escritor, me hizo observaciones referentes a mis escritos que no he olvidado. Una de ellas fue la mejor critica que he recibido de un cuento mío, y la otra una bronca monumental hace ya varios años cuando no sabía que rumbo llevaba yo en esto de la poesía.

Mi discurrir por el camino de la poesía ha sido, como poco, errático. Durante años, mis poetas de referencia llevaban más de 10 siglos muertos, y hablaban de cortar cabezas, lanzar rayos, y perdían ojos para obtener el don de la poesía.
Total que en el panorama poético cordobés me encontraba muy desubicado. Mirando con envidia idiota libros y libros de poetas recién publicados que no me decían nada.

Total, que estaba llorón.

Y entonces fue cuando Eduardo me sacudió y me puso los pies en el suelo. Me recordó a mis héroes, a los escritores que yo había admirado, me recordó de dónde venía mi forma de escribir y me dijo que sería la vergüenza de Egil Skallagrimson, el poeta vikingo.

Y eso no.

Que otros citen a Cernuda. Para bien o para mal, nosotros hemos bebido sangre de gigantes.

No me he olvidado de aquella bronca de Eduardo: bronca por dudar de uno mismo, por perder de vista quien eres y de dónde vienes. Bronca en la que me dijo que uno es quien es, y que nadie puede serlo mejor que tú.

Anteayer, Eduardo me echó otra pequeña bronca, a raiz de mi poema sobre el tabaco: le gustó (aunque no es muy bueno) pero me cuenta que le parece que me estoy ablandando. No sabría qué decir a eso, pero me gusta que Eduardo esté ahí vigilando... por si me ablando.

Esos son los amigos que hay que conservar.

Hoy, un poema dedicado al General. Lo escribi en Junio; no sé qué pensará al respecto. Un poema curioso, si ustedes me entienden. Quémenlo después de leerlo.


Para Eduardo, sin mariconadas.


Quémame después de leer esto

Estoy harto de escritoras histéricas con tendencias suicidas
Estoy harto de escritores ¿para qué sirven los escritores?
Estoy harto de sodomitas de mujeres que no se quedan en casa.
De la masa de haraganes aullantes pidiendo mejor sueldo.
Estoy harto de hombres cetrinos, de ordenanzas municipales.
Estoy harto del capitalismo y de la policia
Estoy harto de que me digan que firme libremente
o que me atenga a las consecuencias.
Estoy harto de sudar para ganar pan.
Estoy harto de las minorias y de la igualdad de derechos.
Cortarse el pelo. Estoy harto de que eso te marque como
si llevar el pelo largo garantizara algo.
Yo voto al fascismo y al recorte de libertades
Yo voto el orden indiscutible.
Estoy harto de la libertad tramposa y el espejismo de democracia
Estoy harto de los derechos de los trabajadores
Estoy harto de los jóvenes y los viejos
que lloran al nacer y envejecen llorando.
Estoy harto de que me digan cómo debo ser.
Estoy harto de que me digan que sea yo mismo
como si todos supieran quienes son.
Estoy a favor de la brutal represión sexual
Estoy a favor de la intolerancia.
Del escarnio publico y de la caza de brujas.



Granada. 7 de Junio 2010.


Comandante de Campo Cohen