martes, 5 de octubre de 2010

Dos Hermanas, mon amour.


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Los que siguen este blog desde hace tiempo (¿alguien sigue este blog? Hum, un día nos pondremos con eso), sabrán que acudimos todos los años a las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas.

Y este no ha sido una excepcion, sólo que ha pillado tan cerca de "Otoñeces" que puedo decir que en un intervalo poco mayor de 12 horas he estado en Granada, Córdoba y Sevilla.

Con los años, las Jornadas tienen para los que vamos el valor añadido de reencontrarnos con los amigos, con Mari Carmen, la directora de la Biblioteca, con Inés, de la Librería Araña...
Este año las conferencias estuvieron especialmente vibrantes: se invitaron a varios editores y se pudo contrastar las diferentes visiones respecto al advenimiento de las nuevas tecnologias en el mundo del libro.

Particularmente, lo que más me gustó fue la charla que los componentes de "Recuento", un grupo de Narración Oral y Teatro, integrado por Diego Magdaleno y Filiberto Chamorro.

Diego y Filiberto estudian la tradicion oral y fueron hablando y contando cuentos.
Reflexionaron sobre los cuentos, su historia y sobre las perspectiva con que los vemos e interpretamos en la actualidad.

A mi, escritor de cuentos, que he tenido que bregar con todas las objecciones a lo politicamente incorrecto de los cuentos tradicionales, que he tenido que soportar ver en una librería "La cenicienta que no quería comer perdices" (no quieran ustedes saber qué es) y oir a la ministra decir que hay que cambiar los cuentos tradicionales, pues fue una sorpresa y una alegría encontrar gente que estudia y recopila cuentos tradicionales, los ama y, sin embargo, no intentan cambiarlos para convertirlos en lo que alguien quiere oir, o como alguien los quiere oir.
Los cuentos que han perdurado siglos en la memoria colectiva tienen algo que va más allá de una lectura simplona y superficial. Son hijos de su tiempo, por supuesto, pero para eso se siguen escribiendo cuentos, cuentos de hoy.

En fin, felicidades a los componentes de Recuento, al personal de la Biblioteca de Dos Hermanas y a todos los asistentes (ponentes y público) de estas jornadas.

¡Nos vemos el año que viene!


Comandante de Campo Cohen.


Pd.- Ah, el blog de Recuento. Visitadlo y vedlos actuar si podeis, en el blog está su agenda.

Pd.- Por cierto, hace tiempo la Sta. Moreno me regaló un libro de cuentos tradicionales llamado "Cuentos al calor de la lumbre", preparando esta entrada he encontrado una entrevista al autor de este libro Antonio Rodriguez Almodóvar, que tiene interesantísimas reflexiones sobre la manipulación de los cuentos respecto al gusto de la sociedad de cada época.
El titulo del artículo es "La corrección política mata los cuentos" y no me resisto a copiaros algunas partes (aunque os recomiendo leerlo de principio a fin, es un repaso sobre la naturaleza de los cuentos tradionales, con sus matices y su contexto)

Entrevista:

... Entre los cuentos tradicionales hay algunos que hablan de la muerte, como 'El peral de la tía Miseria' ('Cuentos al amor de la lumbre').
Ese es uno de los grandes cuentos de la tradición. ¿Cómo explicas lo que es la muerte? Con un cuento donde la muerte no existe y todo el mundo sigue envejeciendo y sufriendo: así se comprende la muerte como una necesidad. Si a los niños no se les enseña pronto lo que es la vida, difícilmente van a adaptarse y a socializarse. Después se desengañarán, porque si les hacemos creer que todo es perfecto y maravilloso vamos a crear una generación de bobos, que es lo que ha ocurrido en países donde lo políticamente correcto lleva ya unos años, como Estados Unidos.

¿Eso está pasando aquí?
Yo creo que no. Incluso Estados Unidos ya ha dado la espalda a eso e incluso se ríe de lo políticamente correcto.Por eso espero que sea una moda, como lo de “chicos y chicas”, “lectores y lectoras” y “vosotros y vosotras”: el masculino plural contiene todos los géneros y además no hay discriminación. Pero el feminismo talibán es terrible.

Los cuentos que conocemos no se parecen a los originales: fueron manipulados para inculcar la ideología de cada momento...
Más que para inculcar una ideología, para adaptarlos a la del poder. Es el caso de 'Caperucita'. De todas las versiones que había de ese cuento, en el siglo XVII, se editó la más cruenta, porque a la sociedad elegante de los salones franceses le gustaban especialmente la sangre, los piratas, Barbarroja, etcétera. Y en la misma época había otras versiones de Caperucita que eran escatológicas, un componente que a los niños les gusta mucho. Pero la escatología no era de buen gusto. Así se impuso el modelo que gustaba al poder en la tradición literaria al modelo de la tradición oral.

Entonces, ¿el cuento no es como nos lo han contado?
La versión que conocemos hoy, en la que Caperucita abre la barriga al lobo, es un invento de los hermanos Grimm, un postizo que procedía del cuento de los siete cabritos y se lo colgaron a Caperucita, que no tenía nada que ver. En la versión auténtica no hay crueldad, porque Caperucita se da cuenta, ella sola, razonando, de que quien está en la cama no es su abuela sino el lobo. Y ella sola se libra del lobo y vuelve a casa sana y salva. El otro cuento tiene otros ingredientes: el del hombre que tiene que salvar a la mujer y la huida de la referencia escatológica. Ahí tienes una carga de ideología dominante. Pero en la tradición oral era un cuento de liberación de la mujer por su propia iniciativa.

¿Y qué es peor, la ideología dominante o lo políticamente correcto?

La ideología impone modelos blandos y racionalistas. Si queremos hacer de él un discurso racionalista, el cuento morirá. De hecho, muchos maestros dicen que los libros que les ofrecen algunas editoriales cuentan bobadas que a los niños no les importan.


Los cuentos tradicionales tienen cierta dosis de violencia.
Es que eso entra dentro de la lógica de la fantasía. Lo que no puedo hacer es perdonar a la bruja y decirle que sea buena la próxima vez, porque entonces el cuento se viene abajo. A la bruja hay que castigarla. Lo contrario son modas ideológicas que revisten bastante peligro. Si un cuento popular se somete a lo políticamente correcto, casi no podría ni empezar: después de "Había una vez un rey y una reina", todo estaría censurado. Por lo general, en estos cuentos, la princesa, que suele ser hija única, es un poco mema. Y no se va a casar con el príncipe que le han asignado, sino que terminará haciéndolo con un pastor o con una persona de rango inferior. Ahí hay mensajes de todas clases. Pero es que ahora no se puede decir ni “tonta”. Uno de los cuentos de la Media Lunita habla sobre “el tonto de mi pueblo” y los críos se mueren de risa. ¿O es que ya no hay tontos?

Los cuentos, entonces, ¿deben enseñar a afrontar la realidad?
El cuento transmite a nivel simbólico el concepto de iniciación: para evitar la crueldad real de los ritos de iniciación, estos se transfirieron a los cuentos maravillosos. Los niños necesitan tener una imagen operativa del mundo cuanto antes. Ahí está el Gallo Kirico, que se manchó el pico de caca de vaca, pero después prosperó la versión en que la caca era barro para evitar el componente escatológico.

¿Qué otras manipulaciones se hacen ahora?
Cierta organización sindical propone una nueva versión de los cuentos de princesas que reza así: “La princesa le dijo al príncipe: ‘No necesito que me liberes de nada. Vente conmigo en la moto, que te voy a enseñar la Muralla China’”. ¿Y? ¿Eso es el cuento? Es una bobada de tal calibre que trata a los niños como si fueran imbéciles.






En fin, se despide una vez más de ustedes,

Comandante de Campo Cohen, una vez más (me temo) haciendo amigos.

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