miércoles, 20 de abril de 2011

¿Aún comes en casa de tu madre?




Hay una canción de los Smiths titulada "Ask" que siempre intento recordarme cuando no estoy seguro de si algo puede o no salir bien. Para los que nos hemos ido muchas veces de un bar sin preguntarle a la chica si quería venirse con nosotros la canción no puede ser más aclaratoria:

"If there's something you'd like to try, ask me and I won't say no, how could I?"

Es decir, traduciendo del barbárico:

"Si hay algo que quieras intentar, pídemelo, no te voy a decir que no ¿cómo podría?"

Pues esa es la lección para la vida, aplicable no sólo a las chicas de falda corta y ojos brillantes, sino a todo: los limites más férreos son los que nos imponemos a nosotros mismos; como la chica que se hubiera ido contigo si sólo se lo hubieras pedido, o el trabajo que te hubieran dado si sólo hubieses enviado tu curriculum.

Todo esto me lleva a la gestión cultural y a la forma de hacer las cosas. Hay formas de salirse del modelo habitual, de hacer las cosas de forma distinta y que salgan bien. No sólo es bueno, sino que es importante, es necesario.

Nos estamos acostumbrando a que hagan las cosas por nosotros. Es fácil, es simple, pero es peligroso.
Nos estamos acostumbrando a consumir la cultura que nos dan, en la forma en la que nos la dan. Pensamos que debemos exigirle a las instituciones que fomenten la cultura (y debemos) pero no tenemos que olvidar que si dejas que tu madre haga siempre la comida, al final vas a terminar comiendo lo que tu madre quiera.
Yo no soy fan de la cocina, pero me merece la pena aprender a cocinar para comer lo que yo quiera.

El panorama cultural actual se empieza a parecer mucho (desde Granada se lo digo) a un estado policial: Leyes contra los consumidores de cultura en defensa de los derechos de los autores, cultura oficial luchando contra cultura independiente, artistas cuya idea de vivir del Arte pasa porque los subvencione un ayuntamiento, circuitos literarios retroalimentándose y concediendose premios a si mismos...

A ver, la cultura gratis... ¡está bien! me gusta, es necesaria; igual que es muy agradable que tu madre te prepare las trufas de chocolate que tanto te gustan, pero tienes que aprender a cocinar tú sólo, chico, tienes que aprender.

Pero las instituciones, que además no son madres sino madrastras malvadas en muchos casos, quieren atiborrarte de dulces, quieren que engordes, quieren que comas lo que ellas te van a dar, quieren que ni se te pase por la cabeza que tú podrías hacerlo solo.

Ya son años de leer este blog, y creo que ustedes nos conocen un poco: apostamos por la tolerancia, la convivencia y las buenas maneras. Pero reaccionamos con igual violencia contra las imposiciones.
No, no me gusta pagar el canon, no, no me quejo si no me llaman a tal o cual festival. ¡Esa es su cultura, no la mía! Nunca te quejes por algo que otro está haciendo: que los demás hagan cosas SIEMPRE es bueno, pero si lo que se está haciendo no es lo que a ti te hubiese gustado, bueno, tú también tienes dos manitas, ¿verdad? ¡Aprende a freir un huevo de una puñetera vez!

Todo esto viene a que hay que apoyar las iniciativas que se salen de la norma habitual, que se salen del afán policial y recaudatorio, que enfocan el asunto sin tener que arrojar contra tí a los golfos apandadores de la SGAE, que confían en la gente para consumir cultura.

Hay un punto medio entre el respeto a los autores y la difusion libre de la cultura, y exige cierto compromiso por parte de las dos partes: los creadores deben ser un poco tolerantes con la difusión de sus creaciones en vez de correr a la policía a denunciar que en mi casa he puesto una canción sin su permiso, y los consumidores tenemos que reconocer (y pagar, la palabra es pagar) que un creador tiene que comer exactamente igual que todos los humanos.

A mi siempre que me dicen, "quédatelo, y me pagas si te gusta", echo mano al bolsillo inmediatamente y suelto la pasta ¡porque me gusta que me dejen elegir! ¡porque me gusta que confien en mi!

Por eso me ha gustado tanto un correo electronico que me envió Javier de Ríos y que, a la postre, es el que ha motivado este posteo.

En él me dice que ha colgado en la red su libro de cuentos en varios formatos y formas de descarga gratuita, a disposición de quien se lo quiera leer, y que si DESPUES de leerlo te parece que merece a pena y que es bueno, puedes descargártelo de pago desde la página de Bubok por 4,25 euros. Un precio más que razonable para un libro.

Así ganamos todos: cultura razonablemente gratis (quien no pueda/quiera pagar no tiene que hacerlo), y beneficio para el autor, que seguramente via internet recibirá también su merecido ingreso.

Igual que ladro todo lo que puedo contra el canon de la SGAE, porque es injusto, aqui tenemos que estar a la altura de las circunstancias: si un escritor confia en nuestra honradez de lectores, si confía en nosotros como adultos en vez de como niños que intentan robar los derechos de autor del monedero de sus padres, DEBEMOS ser consecuentes, debemos ser honrados. Si nos ha gustado, bien está que nos metamos en Bubok y paguemos lo que vale.

Y si no lo hacemos, bien estará que nos frían a tasas, impuestos y enemas fiscales, que nos pongan un babero y nos digan: "...esta por mamá, esta por papá..."

Aqui os dejo el enlace del blog de Javier de Rios, donde os habla más in extenso de su libro: Cuentos para gente impaciente.



Así que ánimo muchachos, si uno quiere algo, sólo tiene que ponerse manos a la obra ¡id a hablar con la chica!




¡Y dadle caña a la canción!



Comandante de Campo Cohen

1 comentario:

Verónica dijo...

"Do it yourself" y no pidas perdón por querer ganar dinero con ello!